jueves, 13 de marzo de 2008

Olores

Será que no tenía dientes, o solo que andaba muy drogado, pero que traía la quijada suelta era obvio. La barba crecida y mugre en las uñas, no sé porque si es tan asqueroso te lo digo, ¿para qué? Si no soluciono nada. Pero le sigue. La calafia iba que se destartalaba, crujía y vibraba como buñuelos entre muelas.
Ya ves que puede que el chofer lleve un compa en la entrada gritando: ¡súbale, súbale!!Mariano, Anabel!! Hay lugareees… aunque vaya retacada. Resulta que al llegar a la estación de chequeo sube a este personaje, digo, pa’ completar la obra. Lo que me faltaba: otro mugroso.
Yo iba sentada en el primer lugar a la entradita, no, si no lo pude haber elegido mejor. Y entra en acto este tipo de quijada similar al titular, brazos mugrosos y brillosos de sudor, ramas en la espalda y olor de zorrillo, digo nunca he olido alguno, pero si no le llega le gana al animal, recio que apestaba el vehículo y con aquel sol que se metía por las rendijas abiertas de las ventanas, ni aire, ni espacio, sólo calor y apeste conjugado de dos hombres cochinos.
Uy, que fijada me saliste, como si tu no sudaras, me decía pepito, uno entiende que hay gente que no tendrá acceso a mucha ropa, o a agua todos los días, pero que no exagere, la pobreza no es sinónimo de falta de higiene. Y desvergüenza.